El vacío del alma encuentra caminos diversos para satisfacerse, a veces esos caminos cuidan el alma, otras veces se convierten en adicciones que nos hacen prisioneros.
Vivimos en una sociedad que nos inyecta constantemente imágenes y mensajes falsos sobre la felicidad asociado a la belleza física y a lo material.
Nos olvidamos del alma y los armarios los tenemos llenos de ropa con etiquetas que ni nos ponemos.
Comida, alcohol, drogas,juego patológico, psicofarmacos sin control …
El engaño del siglo ya está servido, y la equivocación en la búsqueda de la verdadera felicidad llevará a que cada día salgan nuevas “drogas” para anestesiar el alma.